Las personas mayores y la ola de calor, en especial si padecen problemas cognitivos, sobrepeso, enfermedades crónicas, dependencia física que dificulte el cambio de vestimenta y la adaptación al entorno, o toman fármacos que lo favorezcan, tienen más riesgo de presentar deshidratación secundaria al calor». Incluso, la doctora señala que el llamado golpe de calor es más difícil de detectar entre los mayores, debido a que el centro de termorregulación se altera con el envejecimiento y, por lo tanto, se «produce menor sensación de calor, menor percepción de sed y disminuye la necesidad de protegernos de las temperaturas excesivas», añade.
La hipertermia o golpe de calor se presenta cuando nuestro cuerpo rebasa los 40 grados y, si no conseguimos revertir a tiempo este, pueden ocasionar consecuencias fatales.
En Edades todas nuestras cuidadoras, están atentas a todos estos cambios de clima que tanto puede afectar a nuestros mayores.
SINTOMAS DEL CALOR EXCESIVO:
Dolor de cabeza
Ausencia de sudoración ante las altas temperaturas
Sensación de boca seca y pastosa
Náuseas y vómitos
Sensación de mareo
Presencia de escalofríos
Piel seca y enrojecida
Calambres musculares en brazos, piernas o vientre
Desorientación, cuadros confusionales e incluso convulsiones y coma
Recomendaciones para prevenir un golpe de calor
La primera es la hidratación: los mayores deben insistir en tomar un buen aporte de líquidos, aunque no tengan sensación de sed: agua, infusiones, zumos de frutas… Eso sí, evitando el consumo de bebidas alcohólicas. En cuanto a las personas que sufran disfagia (dificultad para tragar), deben potenciar la hidratación con agua gelificada o utilizando espesantes. Lo ideal es tomar agua, pero si la rechazan por el espesante, podemos probar con otras bebidas que sepamos que les gustan y espesarlas como zumos o batidos de sabores. Otra manera de hidratar, si nos cuesta, sobre todo en pacientes con deterioro cognitivo, son los helados tipo «polo».